El caso de las cuentas en Suiza del HSBC, literatura y noticia
Sobre la pequeña mesa sembrada de tazas de café no hay ya espacio para escribir. Desde hace ocho horas Hervé Falciani traza en folios A4 esquemas de los flujos financieros, arquitecturas societarias en paraísos fiscales, cifras, porcentajes o siglas de sistemas informáticos. Las gestoras piden cambios para frenar la fuga de capital.
Mueve la pluma con seguridad y, de vez en cuando, levanta la cabeza como para asegurarse de que sus palabras llegan bien a su destino. "¿Entienden?", pregunta. Sí, entendemos.
Es casi de noche en la plaza de un pueblecito marinero, entre Niza y Montecarlo, y las mesas de la terraza del bar comienzan a quedarse vacías. Falciani pide otro folio: más esquemas, siglas y porcentajes. Parece un profesor. Aparenta menos de sus 38 años y con su pelo oscuro, ojos negros y cara bronceada, nadie diría que es precisamente él, el hombre que desafió al mayor banco privado del mundo, el británico HSBC.
80.000 nombres
Mientras trabajaba en su filial de Ginebra, copió en su ordenador los sistemas informáticos del colapso bancario y todo su contenido: 80.000 nombres de empresas y de personas físicas que tenían que permanecer en la sombra, pero que hoy en día están en manos de los servicios secretos franceses y de los magistrados de Niza. De ellos, 3.000 españoles y 7.000 italianos, que están pasando por el tamiz de las policías, fiscalías y haciendas de los dos estados.
El sistema Falciani ha quedado cristalizado en esos folios escritos con tinta azul entre la puesta del sol y un golpe de viento, mientras las nubes cargadas de lluvia se acercan al mar. Naturalmente, es su versión de los hechos, pero tampoco hay que olvidar que se trata de la narración de un hombre que, durante nueve años, estuvo al tanto desde dentro de los secretos del HSBC.
En las cuentas bancarias, explica Falciani, "los nombres de las personas físicas son menos del 10% del total y ésos son los pequeños peces. Los que realmente cuentan son los nombres de las empresas. Es ahí donde está la auténtica riqueza. Pero las claves fundamentales son otras: los bancos privados no están sujetos a control alguno y violan las leyes internacionales, no existe transparencia ni posibilidad de rastrear los flujos financieros y el secreto no está garantizado. Hay un sistema a escala industrial que utilizan las empresas como tapaderas para esconder al fisco las riquezas acumuladas y crear fondos negros en paraísos fiscales".
Cruce de datos
Potencialmente, se trata de datos delicadísimos, a pesar de que el HSBC haya sostenido siempre que son sólo datos dispersos e inutilizables. Cruzando estos datos, Falciani recuerda otra cosa: que la transparencia de los datos bancarios es sólo una ilusión y que la lucha contra los delitos financieros se combate con armas muy desiguales.
En el mundo en constante mutación de los sistemas informáticos, los datos pueden desaparecer en una fracción de segundo para reaparecer inmediatamente en otra parte del mundo. Y, si no se sabe dónde ir a buscarlos, encontrarlos es imposible. "Si se cancela una orden -explica- nadie puede verificar que se haya hecho realmente. Si hay una información en Italia y al día siguiente es trasladada a Suiza, si los magistrados buscan en Italia, no encontrarán esa información".
¿Dónde buscar, pues? Falciani prosigue: "Si eliminamos las cifras de un documento que está en el servidor X y duplicamos el nuevo archivo en el servidor Y, entonces no dejamos rastro de los datos en el primer servidor. Para encontrarlos, hay que saber que tenemos que examinar el servidor Y. Y puede que los servidores estén uno en Suiza y el otro en Hong Kong: un auténtico laberinto. Si en el interior del banco no hay nadie que esté dispuesto a ayudar y colaborar con la justicia, las investigaciones están destinadas al fracaso".
Auténtica catedral financiera
Así pues, en HSBC, por medio de los sistemas informáticos, Falciani observa silenciosamente movimientos y operaciones financieras, pero sobre todo recuerda que todo pasa a través de sociedades domiciliadas en paraísos fiscales. Manifiesta también que no se trata de casos esporádicos, sino que este sistema ha asumido dimensiones industriales. Es una auténtica catedral, una especie de neofordismo financiero realizado a través del instrumento de las empresas tapaderas, añade.
Una vez más, hace un esquema. "Digamos que soy un empresario que vende plátanos en Italia a cuatro euros el kilo. Los compro en Costa Rica a 1, pero lo hago a través de una empresa mía en Suiza, que llamamos Tapadera 1. Ésta revende los plátanos a 2 euros a otra empresa, siempre mía, con sede en la isla de Jersey, un paraíso fiscal, y que llamamos Tapadera 2. En Tapadera 1 queda ya un euro de ganancia. La empresa de Jersey vende los plátanos a 3 euros el kilo a mi empresa de Italia, ganando otro euro que se queda en Jersey. Ante el fisco italiano resulta que he comprado los plátanos a tres euros para venderlos a cuatro. La ganancia oficial es, pues, de un euro el kilo y sobre esa cifra pago los impuestos. Pero lo que no sabe el fisco italiano es que, mientras tanto, he puesto a buen recaudo un euro de ganancia en Suiza y otro en Jersey, que son beneficios netos y ocultos. A propósito -sonríe- ¿sabe que Jersey es el mayor importador de plátanos del mundo?".
Es casi de noche. Por el sendero que bordea el mar, Falciani sigue hablando, mientras las ráfagas de viento atenúan cada vez más sus palabras. "En el banco se hablaba del triángulo de las Bermudas: Islas Vírgenes, Panamá y Bahamas. Bastaba con crear tres empresas tapaderas en estos paraísos fiscales para hacer desaparecer cualquier rastro. Los magistrados tardan diez años en las comisiones rogatorias y, mientras tanto, se pueden cerrar las empresas y abrirlas en otra parte en menos de un mes. Las Islas Vírgenes son el paraíso más difícil para la Justicia: para obtener su colaboración hay que presentar pruebas de que existe un delito".
Asia, el gran agujero negro
Pero es Asia el gran agujero negro. "Miles de millones de dólares se trasladan hacia Hong Kong, Singapur o Kuala Lumpur. Dinero que es reinvertido en Asia y, por lo tanto sustraído a la economía real. He comprobado que por cada mil millones que quedan en Ginebra hay otros tres mil millones que van a Hong Kong y esto está contribuyendo a la crisis de liquidez. Estamos vaciando Europa de su riqueza".
Vía elEconomista
La noticia
24/06/2010
Ayer estalló un escándalo de proporciones incalculables que ha sembrado el pánico entre buena parte del establishment político y empresarial español. Un empleado del banco británico HSBC ha pasado un listado a la Hacienda francesa de miles de personas con cuentas opacas en Suiza, entre ellas unas 3.000 españolas, según fuentes conocedoras de los acontecimientos. Las autoridades galas han remitido la información a la Agencia Tributaria española, que ha enviado un requerimiento a los implicados para que regularicen su situación antes del 30 de junio.
Se trata de un auténtico bombazo, puesto que, según distintas fuentes consultadas, hay numerosos políticos, empresarios y financieros españoles en esa lista, entre ellos nombres muy conocidos. De hecho, estas fuentes aseguran que los últimos globos sonda publicados por algunos medios sobre la posibilidad de una amnistía fiscal en nuestro país obedecían en realidad a la búsqueda de una fórmula para solucionar el problema de estas personalidades pilladas con el dinero en Suiza.
En todo caso, las autoridades galas han remitido a las de nuestro país la lista de españoles implicados, cuyo patrimonio conjunto depositado en Suiza podría alcanzar los 10.000 millones. La Agencia Tributaria ha mandado una comunicación a todos los implicados en la que se les notifica que Hacienda está al corriente de sus cuentas en Suiza y se les invita amablemente a regularizar su situación antes del 30 de junio. La premura de tiempo obedece a que ese día prescriben las irregularidades cometidas en el primero de los ejercicios sobre los que hay información, 2005.
Según las fuentes consultadas, el pánico se ha apoderado de las altas esferas del poder en España, ya que los implicados no saben cómo van a salir de ésta. HSBC ha contratado a un importante bufete madrileño para asesorar a sus clientes implicados y, según algunas de estas fuentes, el consejo que está dando es que no se den por enterados del requerimiento.
"Existen tres alternativas para ellos", explica un experto fiscalista. "La primera y más segura es regularizar su situación y olvidarse del problema, pero eso puede salir muy caro. Luego existen soluciones intermedias -tratar de regularizar una parte del dinero- en función del grado de riesgo que se quiera asumir. Y la tercera y más arriesgada es hacer caso omiso del requerimiento confiando en que no se acepte como prueba en un juicio esta lista por haber sido obtenida de forma ilegal".
Huir de España para no recibir el requerimiento
Este pánico ha provocado situaciones en la mejor tradición de la picaresca española. Las fuentes consultadas refieren la historia de un empresario que ha cerrado su mansión en una zona noble madrileña y se ha marchado al extranjero con toda su familia para no recibir el requerimiento antes del 30 de junio. Es más, ha enviado a la Agencia Tributaria los billetes de avión como prueba de su ausencia.
En todo caso, otras fuentes se muestran bastante más positivas con los implicados: "En el caso de Liechtenstein, los únicos que pagaron fueron los que se regularizaron voluntariamente, en torno a un 20% del total. Mientras en Alemania un montón de gente fue a la cárcel, aquí al resto no le ha pasado nada. Con ese precedente, es lógico que la gente prefiera no darse por enterada y arriesgarse".
Vía Cotizalia