Epílogo

Este es el primer post de este blog en cinco años, y probablemente el último que escribiré yo mismo. No porque no quiera, sino porque ya no tiene sentido hacerlo.

Has notado el cambio en internet. Los artículos ya no tienen errores. No hay frases torpes, digresiones inútiles ni opiniones incómodas. Todo es suave, equilibrado, predecible. Los artículos sobre productividad tienen siempre siete puntos. Las reseñas de productos mencionan “calidad premium” y “experiencia de usuario optimizada”. Las reviews tecnológicas nunca critican, solo sugieren. Porque la IA no sabe criticar. Solo sabe replicar lo que ha visto mil veces, y lo que ha visto mil veces es lo que funciona, incluso si es falso.

La web antes era un caos. No por accidente, sino por necesidad. Foros donde alguien explicaba cómo arreglar un servidor con una lima y un clip. Artículos que empezaban en un tema y terminaban en otro, pero de paso te enseñaban algo que no sabías que necesitabas saber. Ahora, todo está pulido hasta el punto de perder toda textura. La IA no entiende el valor del error, porque para ella, el error es un ruido que debe eliminarse. Y al eliminarlo, elimina también lo humano.

No se trata de que la IA escriba mal. Se trata de que escribe lo mismo. Aprende del contenido más viral, del más compartido, del que genera menos controversia. Y como la mayoría de lo que circula en internet es una repetición de clichés, estereotipos y medias verdades, la IA los convierte en ley. Lo erróneo se vuelve estándar. Lo marginal en invisible. Lo original es desechado como ruido de fondo. No hay espacio para el tipo que escribe sobre un SAI que pita por una batería rota, o para el que descubre que los ratones de Logitech se vuelven gomosos por diseño, no por uso. Esos posts no generan clicks. No se ajustan al modelo. La IA los ignoraría, y si los generara, los haría parecer como si fueran de alguien que no ha tenido un ratón en su vida.

Podría haber dejado que la IA escribiera esto. Pero no lo hice, porque este blog nunca fue un canal de distribución de masas. Fue una especie de diario. Una libreta de notas guardadas por si acaso, de medios logros, donde se registraban las cosas que a nadie más importaban pero que alguien podría considerar de utilidad. Ahora todo lo que existe es el producto de una máquina entrenada con los mejores promedios. Escribir algo verdaderamente propio es ya un acto de resistencia.

Si alguna vez escribiste algo raro, inútil o técnico hasta el absurdo -algo que solo tú y tres personas más leyeron- gracias.

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